Hace 51 años, del 5 al 16 de junio de 1972, se llevó a cabo la “Conferencia del Medio Humano” en Estocolmo, Suecia; también recordada como la reunión de Estocolmo. En esta Congregación internacional, por primera vez en la historia se dan citan los representantes de los países que en ese entonces integraban la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para analizar el modelo de desarrollo prevaleciente, ya que los efectos secundarios producidos por dicho modelo ponían en riesgo la salud de las personas, plantas, animales y ecosistemas.
A partir de entonces se han realizado una serie de reuniones, acuerdos, lineamientos y tratados internacionales, donde cada vez más se profundiza en cómo disminuir los impactos negativos de nuestro modelo de desarrollo, que además hoy vive una multicrisis, no sólo la sanitaria del COVID-19 y sus variantes, sino por la problemática de migración, contaminación ambiental, pobreza, corrupción, pérdida de biodiversidad y cambio climático, por mencionar sólo algunas.
Ante este escenario se han establecido una serie de acuerdos y tratados internacionales para generar recomendaciones a todos los países para transformar nuestro modelo de desarrollo al desarrollo sostenible en materias como: cambio climático a través de la “Convención Marco de las Naciones Unidas para Cambio Climático” de 1992; el “protocolo de Kioto”, de 1997; y el “acuerdo de París” de 2015.
En materia de biodiversidad el “Convenio de Diversidad Biológica” de 1992; en temas de equidad la “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer” de 1981; entre muchos otros en materia social y ambiental. Éstos tratados internacionales se han traducido en marcos jurídicos nacionales en prácticamente todos los países, siendo tutelados generalmente desde la constitución, leyes generales, leyes sectoriales, reglamentos y hasta normas oficiales, de manera más específica. Por ello las empresas están obligadas a cumplir esta legislación a fin de disminuir sus impactos negativos sociales y ambientales, y continuar en la generación de valor de recursos y de satisfactores para las personas.
En este sentido se han desarrollado una serie de lineamientos, certificaciones, recomendaciones, reconocimientos, adiciones y distintivos, todos ellos voluntarios, que permiten demostrar a los grupos de interés o stakeholders que la empresa está comprometida con el desarrollo sostenible y los impactos negativos que, como efectos secundarios o externalidades, afectan a las personas y a los ecosistemas naturales.
Ejemplo de estos tenemos son los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, también conocidos como la agenda 2030; los lineamientos de la Taxonomía Sostenible de México, publicados por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; la adhesión al Pacto Mundial de las Naciones Unidas; los sistemas de gestión basados en la Organización Internacional de Estandarización (ISO), como la norma ISO 14000, de Sistemas de Gestión Ambiental; ISO 14064, de Gases de Efecto Invernadero; ISO 26000, Guía de Responsabilidad Social; ISO 367000, Orientación en la Gobernanza de las Organizaciones; ISO 37001, Sistemas de Gestión Antisoborno.
Los lineamientos de la Corporación Internacional Financiera IFC, del Banco Mundial; el Proyecto de Divulgación del Carbón, por sus siglas en inglés CDP; la Corporación de Contabilidad de Estándares Sostenibles, SASB; los reportes de sostenibilidad de la Iniciativa Global de Reporte, GRI.
Los Principios para el empoderamiento de las mujeres en las empresas, ONU mujeres; los 30 derechos humanos consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos; las estrategias de reporte de Ambiente, Sociedad y Gobernanza ESG, por sus siglas en inglés, entre muchas otras.
Todos ellos buscan, con el acompañamiento de instituciones financieras como bancos, bolsas internacionales y aseguradoras, apoyar a las empresas para avanzar en la sostenibilidad a partir de la creación de valor compartido con sus proveedores, empleados, accionistas, clientes, competidores, gobiernos locales, federales, estatales, la comunidad internacional, organizaciones de la sociedad civil, y todos aquellos que pudieran formar parte del mapeo de sus grupos de interés antes mencionados.
Hoy en día, todas estas estrategias nos permiten asumir que se ha creado una nueva forma de hacer negocios, los negocios sostenibles; que facilitan el avance de la humanidad hacia la sostenibilidad, aliviando de manera paulatina, pero constante, el esquema prevaleciente de multicrisis.
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